Fue la primera reina infantil del Cabildo de Getsemaní. Hoy es una diseñadora gráfica con alma de barrio. Junto con unos cuantos jóvenes más, representa el futuro de la fiesta que concentra nuestra esencia y nuestro sentir.
“Nací en Getsemaní al igual que mi madre y mis tíos. Soy getsemanicense al cien por ciento. Toda mi infancia y adolescencia las viví aquí. Mi mamá se llama Katia Palomino y mi papá, Javier Ahumada. Mis abuelos maternos son Evilena Gómez y el licenciado Raúl Palomino; todos lo conocen como el profesor Palomino. Ellos vivieron inicialmente en lo que actualmente es el Café de la Trinidad, al frente de la plaza. Mi mamá y mis tíos nacieron ahí. En Getsemaní la mayoría de esa generación vivía de alquiler porque era barato. Ahora es que la gente empezó a formalizar y tener vivienda propia”.
“Mi mamá tiene tres hermanos, ella es la segunda, y mi papá, ocho. Se conocieron en el barrio y hasta donde tengo entendido fue un amor casi a primera vista. Según me cuenta mi mami no duraron mucho tiempo de novios hasta que nací yo. Después de cinco años vino mi hermano, Javier. Vivimos inicialmente en unas casas pequeñitas en la calle San Juan donde actualmente queda Casa Toro. Luego nos mudamos a la calle Lomba y después saltamos a la calle Larga. Ahí fue donde más tiempo viví, en un edificio en frente del Banco Agrario. Después pasamos a la calle de Carretero, donde pasé prácticamente toda mi adolescencia”.
“A Carretero creo que llegamos por la idea de tener una casa más grande y para que nos relacionáramos más con los niños porque yo estaba creciendo y mi hermano y mi primo Juan Camilo, estaban más pequeños y caminar solos hasta la plaza en ese tiempo era un poco más complicado. En Carretero cualquier persona nos echaba un ojito si estábamos jugando varios”.
“Toda mi vida escolar la hice en La Candelaria, un colegio católico femenino en el Pie de la Popa. Mi hermano Javier y mi primo Juan Camilo, si estudiaron con la seño Mati y en La Milagrosa”.
“Nuestra generación fue una de las últimas que creció en ese Getsemaní de “antes”. Esa de vida de vecinos, donde todos nos conocíamos. Pero de quince o diez años para acá se aceleró la movida del comercio y la hotelería. Tengo amigos o conocidos que vienen a Getsemaní y me dicen: –Me encanta el ambiente– y yo les respondo: –“Por Dios, lo chévere de Getsemaní era cuando yo crecí con toda la gente del barrio y uno se relacionaba con todos los vecinos y los amigos–”.
“Mi parche en Carretero era con Saicho, Moisés y Michelle, los nietos del señor Mario Vitola. Andrea Madrid, que actualmente vive en Estados Unidos. También con Francys Caballero y su prima Milena. Aunque Francys era mayor que yo, sus amigos empezaron a ser los míos cuando yo ya estaba un poco más grandes, entre ellos Carlitos y Nayib y todos los de ese edificio. En la esquina vivían Yoiner y Jefree, hijos de Damaris, que tiene una venta en la plaza. Y ahí en la plaza tenía una amiga que era Jazmín Romero”.
“Pienso en esos tiempos y me da alegría. Si pienso en todo lo que viví en el Getsemaní de antes, siento que en medio de todo lo que rodea la historia antigua del barrio -que a veces no es muy linda- yo si viví algo hermoso; era feliz con mis amigos, éramos casi una familia, nos cuidábamos, nos queríamos y nos divertíamos. Llegaba el viernes y todos nos arreglábamos para salir y jugar a la cuerda, a montar bicicleta o patines. Entre semana todo era más riguroso: uno se sentaba en la puerta y si salía era solo un ratito. Pero el viernes si nos dejaban como hasta las once o doce de la noche, siempre con alguien adulto cuidándonos”.
“Cuando empecé a estudiar Diseño Gráfico en la Tadeo, aún vivía aquí. Me fui de Getsemaní a mitad de mi carrera cuando vivíamos en la plaza del Pozo, en un edificio amarillo que está frente al DADIS. Resulta que mi tía Zulma es propietaria de una casa en Getsemaní y en pandemia nos vinimos a pasar una temporada larga con ella. Para mí, a pesar del encierro, se respiraba el antiguo Getsemaní porque sólo estábamos las personas que vivíamos aquí. Entonces uno en el pretil veía pasar al que le tocaba salir a hacer el mercado ese día y se sentaba un ratico a hablar con uno. Para mí fue muy reconfortante pasar la pandemia en Getsemaní. Cuando salí de nuevo me dio duro y yo –Ay, ¿y yo por qué no puedo vivir eternamente en el barrio?–”.
“Yo volvería a vivir aquí. Ojalá en un futuro tenga la oportunidad de comprar una casa. Sé que ahora los precios están super elevados, pero nunca se sabe las vueltas que da la vida, de pronto a uno se le presente la oportunidad de tener una propiedad”.
“Mi novio se llama Edgardo Puche. Él es de Magangué. La historia de cómo nos conocimos es complicada porque hay dos versiones: él asegura que fue un noviembre, en un Cabildo de Getsemaní. Yo no me acuerdo haberlo conocido entonces. En mi mente está que lo conocí en noviembre, pero del año siguiente, en el cumpleaños de una amiga. Él es ingeniero de sistemas. Ahora estamos emprendiendo juntos con una microempresa enfocada en el diseño; ahí me dedico a hacer todo el material gráfico como flyers, pendones, libros, logos, etc. La pandemia cambió la dinámica de todo. Nos dimos cuenta que emprendiendo teníamos los mismos o más recursos que con nuestros sueldos antes de pandemia entonces decidimos mejor trabajar por lo propio”.
¡LA REINA!
“Mi núcleo de amigos estaba en Carretero, pero siempre había momentos en donde todas las calles nos juntábamos. Camilo Polo es mi amigo de toda la vida, pero es de la calle San Juan y su núcleo de amigos era otro. Pero había juegos y actividades cuyo centro era la plaza y en ella jugábamos todos con todos y nos relacionábamos”.
“Una vez Nilda y Miguel hicieron una convocatoria de los niños que quisieran incluirse en la Escuela de Formación. Las clases eran los sábados en la Escuela Taller: bailes, máscaras, vestuarios. Nosotros mismos hacíamos los disfraces que íbamos a usar en el Cabildo. La verdad no recuerdo por qué razón o circunstancia terminé siendo la reina infantil. Eso fue decisión de Gimaní Cultural. Yo era solo una niña de nueve o diez años. Quizá por ser la más robusta y alta de las niñas, sería más visible en el desfile. Pero no sé. De pronto Nilda pueda tener la respuesta”.
“El único que estuvo afectado por que yo fuera la reina fue Camilo Polo, mi amigo eterno. Él dijo que iba a ser el rey. En verdad estaba afectado. Hizo un berrinche y terminaron por hacerle su traje de rey. Los dos hicimos juntos todo el recorrido”.
“Aunque era muy pequeña, ese día tenía muchos nervios. Desde que me levanté estaba super ansiosa y mi madre, muy emocionada. El día anterior me habían comprado mis medias, mis zapatitos, lo que me iba a poner en la cabeza. El traje me lo hicieron estando en la escuela. El recorrido en esa época no era tan extenso como ahora: salía de la iglesia de Canapote o un poco antes, pero para un niño era retador caminarlo. El vestido era blanco con azul y rojo. Me habían hecho un tomate en la cabeza con unas flores. Llevaba mi maraquita en la mano y unos collares que me había puesto mi mamá. Recuerdo que me pintaron los labios de rojo”.
“Era la primera vez que tenía un vestido que parecía de reina y así me sentía yo. Esa experiencia me gustó mucho. Al principio todos íbamos felices haciendo el baile al pie de la letra, pero antes de llegar al Castillo de San Felipe estábamos agotados y había niños más pequeños que yo, así que lo que queríamos era llegar a la casa y no bailar más. Cuando llegamos a la plaza hicimos el último esfuerzo de hacer la presentación, creo que hasta entonces ninguno de nosotros había caminado tanto en su vida”.
“Pasados los años hubo ocasiones en que no estuve en el Cabildo. Mi mamá vive en Panamá y varias veces fui de vacaciones a visitarla. Hubo un tiempo en que incluso viví con ella. La última vez, antes de reincorporarme por completo, viví seis meses en Nueva York y desde entonces, hace seis o siete años, he retomado la Fundación, apoyándola desde lo que yo soy y sé, que es el Diseño Gráfico”.
EL FUTURO YA LLEGÓ
“Nilda nos lo recalca mucho: –Ustedes son el futuro de esto. Son los que tienen que tomar ahora las riendas–. Y de cierto modo ella muchas veces nos da tareas que eran de ellos cuando iniciaron la Fundación Gimaní Cultural. Pero hablando a título personal, es un tema que abarca mucha complejidad en cuanto al apoyo del Estado; hay que seguir luchando y pedaleando mucho por ese espacio. Quizá la gente no lo sabe o no dimensiona lo complejo que es decir –Aquí está el Cabildo, tenemos que salir tal día, este es nuestro momento–”.
“Aparte de Camilo o yo, hay otros jóvenes fundamentales para el Cabildo, como Francys, quien desde su enfoque como comunicadora nos ha ayudado mucho. O como Cristian, que nos apoya con lo audiovisual. Aunque él no es de Getsemaní, ha estado super involucrado en el Cabildo los últimos cuatro o cinco años. Su aporte ha sido increíble y es contemporáneo con nosotros. Ojalá tengamos siempre la capacidad o las herramientas para llevarlo cincuenta años más. Yo siento un peso grande con esto, no porque sienta duda de que lo pueda hacer, sino porque no depende solo de mí o de Camilo o de Francys”.
“Me gustaría que fuera un desfile organizado, espectacular, con los mejores disfraces, que tengamos siempre los recursos para poder apoyar a las comparsas que salen, que deberían ser las mejores. incluso también es dejar esa semilla a las futuras generaciones y en verdad se apropien de nuestras raíces”.
“El año pasado fui con unos amigos al Carnaval de Río de Janeiro porque casualmente uno de mis amigos de la calle del Carretero, Carlos Carranza vive allá con su novia, Sindy Florez, que es una de mis mejores amigas. Después de vivir esa experiencia rescataría puntos para implementar acá. A veces somos demasiado inclusivos: le damos la oportunidad de salir al que quiera. Pero proyectándolo a futuro -y lo he expresado muchas veces en nuestras reuniones- vale la pena que la gente se esmere por tener un buen disfraz y por dar una buena representación. Sé que en el fondo necesitaríamos mucho apoyo económico para lograrlo. En Río hay unos trajes espectaculares y aunque los de allá no tienen nada que ver con la historia de un cabildo, con lo que tenemos de historia aquí nos da para hacer unos trajes igual de espectaculares que los de ellos”.